Descripción
«Al final de su vida atormentada, cuando se iba a morir, decía mi pobre Joaquín Monegro: «¿Por qué nací en tierra de odios? En tierra en que el precepto parece ser: “Odia a tu prójimo como a ti mismo.” Porque he vivido odiándome; porque aquí todos vivimos odiándonos. Pero… traed al niño.» y al volver a oírle a mi Joaquín esas palabras, por segunda vez y al cabo de los años -¡Y qué años!- que separan estas dos ediciones, he sentido todo el horror de la calentura de la lepra nacional española, y me he dicho: «Pero… traed al niño.» Porque aquí, en esta mi nativa tierra vasca -francesa o española es igual- a la que he vuelto de largo asiento después de treinta y cuatro años que salí de ella, estoy reviviendo mi niñez. No hace tres meses escribía aquí:
Si pudiera recogerme del camino
y hacerme uno de entre tantos como he sido;
si pudiera al cabo darte, Señor mío,
el que en mí pusiste cuando yo era niño…!